“Este Estado está vinculado a los nuevos crímenes y es lo que más me cuesta trabajo aceptar”: Aída Avella

Entrevista realizada por: Miguel Ángel Cruz Amaya

Los 16 años de exilio en Suiza no hicieron que Aída Avella perdiera el miedo a los espacios abiertos. Sobrevivir a 40 balazos y la explosión de un rocket tampoco le quitaron el humor negro con el que habla de la muerte. ¿En qué lista estás? Le preguntaron en una de sus visitas a la Alcaldía de Bogotá. “En la de los sicarios”, contestó riendo. Aunque no le teme a la muerte, siente la misma angustia de la señora que va a comprar la leche, el niño que va a la escuela, o aquella persona que va en un carro porque “este es un país de miedo. Todo el mundo siente miedo, pero hemos aprendido a vivir con él”, asegura.

A sus 72 años, Aída Avella puede definirse como líder sindical, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, sobreviviente del genocidio de la Unión Patriótica y actual senadora por el partido Coalición Lista de la Decencia. Nacida en Sogamoso, Boyacá, y con una hoja de vida que refleja su incansable lucha política, confía en que son los jóvenes los que le darán esperanza a Colombia. Dice que su generación también soñó con cambiar el mundo cuando tenía 20 años, pero que no pudieron, que les tocó irse. “Nos sacaron, volvimos, y todavía seguimos soñando que este país se puede cambiar”.

Su cordialidad para contar la historia que le tocó vivir no le quita la firmeza para señalar al Estado como el responsable del genocidio de la Unión Patriótica. Es la misma firmeza que se quiebra por momentos y se transforma en llanto cuando recuerda a los amigos que perdió porque los asesinaron. Su familia, que sigue exiliada en Suiza, tuvo que entender con el tiempo que el ser madre, esposa e hija no le podían arrebatar aquello que la moviliza como mujer: su lucha política. Desde las oficinas de la Unión Patriótica en Bogotá, el partido que sobrevive incluso al olvido estatal, habló de por qué no pierde la fe en que Colombia pueda tener un nuevo rumbo, de la importancia de la paz, de la responsabilidad del Estado y de la necesidad de conocer la verdad para que haya reparación completa de las víctimas.